ANÍS LA VIOLETERA








En el corazón de Constantina se encuentra La Violetera, la única destilería que ha sobrevivido al paso del tiempo, testigo silenciosa de una historia familiar marcada por la guerra, el emprendimiento y el amor por la tradición.

Todo comienza en 1914, cuando Juan José nace en Barcelona. Su madre, nacida en Badajoz en 1919, vivió de cerca los años difíciles de la Guerra Civil. Fue precisamente este conflicto el que cambiaría el rumbo de la familia: Juan José fue trasladado a Casto Manco, y allí comenzó su etapa como Guardia Civil. Sin embargo, por razones políticas fue expulsado del cuerpo.

Lejos de rendirse, Juan José se reinventó: escribía cartas a periódicos y trabajó como comercial. Su esposa, amante de la lectura, fue siempre un apoyo incondicional. El padre de Juan José, por su parte, trabajaba en Constantina como capitán o comandante de la Guardia Civil. Fue precisamente este vínculo lo que hizo que la familia decidiera asentarse en la localidad en 1945.

Ese año, Juan José empezó a trabajar en una fábrica de anís llamada La Gitana, situada en la calle Estamento. En los años dorados del anís, como 1926, se llegaron a vender dos millones de litros, y en 1911 ya se hablaba de más de un millón.

A principios de los años 60, sólo quedaban tres fábricas activas en Constantina. Con ocho hijos que alimentar, Juan José tomó una decisión valiente: independizarse. Así nació La Violetera. El nombre es un homenaje a la película protagonizada por Sara Montiel en 1958, símbolo de elegancia y carácter. Incluso encargó el diseño de la etiqueta a Difor, empresa sevillana reconocida en el sector.

La fábrica se instaló en la calle Alamos, nº2, y con los años fue absorbiendo otras marcas históricas como Padre Benito y Anís Abuelo Pobre, que incluso obtuvo un diploma de honor del Real Alcázar. En aquella época, la producción se mantenía gracias al trabajo de cuatro mujeres: dos cocedoras y dos encargadas de embotellar y etiquetar. A las ferias regionales se trasladaban en la famosa furgoneta de La Violetera.

En los años 80, con 16 años, María Amparo, hija de Juan José, compaginaba sus estudios con el aprendizaje de todo el proceso artesanal. Cuando su padre falleció en 1990 sin dejar testamento, los hermanos tuvieron que tomar una difícil decisión: seguir adelante o cerrar. Tras un proceso legal, en 1995 sufrieron un desahucio y abandonaron la antigua nave. Pero María Amparo no se rindió.

Junto a sus tres hermanas, compró la empresa y legalizó la industria. Los alambiques centenarios —con más de 150 años de historia— se mantuvieron intactos. En 2012, tras la jubilación de su hermana Maribel, María Amparo asumió el legado por completo.

En 2015, con esfuerzo y formación, María Amparo entra oficialmente a dirigir La Violetera, ahora ya con su propio sello: la Guinda, un destilado único que hoy sigue elaborándose de forma totalmente artesanal.

La historia de La Violetera es más que la historia de una destilería: es la historia de una familia que supo reinventarse y honrar su pasado, manteniendo viva una tradición centenaria en el corazón de la Sierra Morena de Sevilla.


Comentarios

Entradas populares de este blog